Programa Máximo Siglo XXI
EL PROGRAMA MÁXIMO A LA LUZ DEL SIGLO XXI
¿Cómo han evolucionado el Perú y el mundo desde 1926[1]? ¿Cómo podemos re-pensar el programa de nuestros días aurorales? Propongo, a renglón seguido, un ejercicio de aprismo sobre la base de la piedra angular del pensamiento de nuestro c. Jefe Víctor Raúl Haya de la Torre: el concepto de espacio-tiempo histórico. La pregunta central respecto a esa plataforma original es entonces: ¿Cómo, dados los cambios económicos, sociales, tecnológicos y geopolíticos que se han producido en el mundo desde entonces, hemos nosotros, los apristas del siglo XXI, de aggiornar nuestro Programa Máximo para ofrecer, así, una plataforma política que -preservando nuestro ADN ideológico como partido de izquierda democrática- constituya la respuesta aprista a nuestro espacio-tiempo histórico?
Vamos primero a lo básico. La piedra angular del pensamiento aprista es el concepto de espacio-tiempo-histórico. He aquí la más genial contribución de Haya de la Torre. A diferencia de otras ideologías, otras propuestas políticas, otras doctrinas, el aprismo contiene una especie de algoritmo, un engine, un motor construido dentro de su propia doctrina, que es el concepto de espacio-tiempo histórico. Tenemos, así, subyacente en nuestra doctrina, un mecanismo de aggiornamento permanente. Es decir, no es una ideología que que pueda quedarse estancada en el tiempo y, por tanto, condenada a devenir anacrónica, sino que a partir de su propia construcción puede y debe actualizarse permanentemente, de forma dialéctica, al confrontarse con una realidad cambiante en el espacio y en el tiempo.
Lamentablemente, este es un ejercicio que los apristas no hemos hecho con la recurrencia debida. Durante muchas décadas nos hemos aferrado a la verbalización original de los cinco puntos del Programa Máximo cuando, en realidad, como pienso demostrar en estos apuntes, los cincos puntos de aquel programa siguen vigentes en su esencia, pero requieren ser reformulados en su texto para expresar con mayor precisión su sentido y objetivo en el contexto del Perú en el mundo del siglo XXI.
Entonces, el ejercicio que me propongo aquí es repasar los cinco puntos tal como Haya los formuló en What is the APRA? y discutir respecto a lo que podría ser su aggiornamento uno por uno.
1
ACCIÓN DE LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA CONTRA EL IMPERIALISMO YANQUI.
En un primer momento, en What is the APRA?, Haya planteó, como primer punto, textualmente: “Action of the countries of Latin America against Yankee Imperialism” o “Acción de los países de América Latina contra el Imperialismo Yanqui”. Sin embargo, después del viaje que él hace a los países nórdicos (1954-1956), en lo que podría ser un primer ejercicio de aggiornamento, Haya analiza la democracia nórdica y contrasta la formulación original de la lucha anti-imperialistala con el totalitarismo soviético al que termina concibiendo como un capitalismo de Estado que, finalmente, en su propia lógica de expansión se convierte en una nueva forma de imperialismo: el social-imperialismo soviético. El primer punto del Programa Máximo es re-escrito y pasa a ser: “Acción contra todo imperialismo”. Acuña entonces la sentencia: “Ni con Washington ni con Moscú”.
Sin embargo, si vemos este primer punto a la luz de lo que nos trae el siglo XXI, es claro que hemos pasado de un mundo evidentemente bipolar a un mundo distinto, en el cual la emergencia de China como una nueva potencia mundial no puede ser ignorada. Claro está, así como había diferencias entre el imperialismo yanqui y el social-imperialismo ruso, el imperialismo chino también tiene formas distintas de ejercer su presencia en países como el nuestro. Recordemos que Haya decía que si bien para Lenin el imperialismo era la última etapa del capitalismo; para nosotros aquí, en América Latina, el imperialismo era la primera etapa del capitalismo pues nosotros éramos formaciones sociales pre-capitalistas (aunque en una formación social pueden coexistir varios modos de producción, el modo de producción predominante era, en 1926, sin lugar a duda, pre-capitalista).
El imperialismo yanqui y el social-imperialismo soviético buscaban en nuestros países, en aquel entonces, el control de la producción y el consumo de los sectores primarios y, muy especialmente, de la naciente industria, pues lo que dominaba la economía del mundo en ese momento era, crecientemente, la producción y el consumo industrial. A este respecto, cabe señalar que, décadas después, el c. Presidente Alan García, plantearía en El futuro diferente (1982), en otro ejercicio de aggiornamento aprista, que la economía industrial había sido superada por la economía de los “circuitos financieros”, arguyendo que el imperialismo cobraba entonces una nueva forma de ejercer su poder: lo hacía a través de la banca internacional (lo que mas tarde emergería con claridad en la crisis de la deuda externa latinoamericana).[2] Es más, ya durante su segundo gobierno, el c. Presidente nos hablaba de la economía del conocimiento como una nueva realidad en la que había que estudiar el nuevo accionar del imperialismo.
El mundo ha cambiado muchísimo. Hoy en día el sector servicios absorbe mucho mayor cantidad de empleo, de trabajo, que el sector industrial. Hoy, no más del 3 o 4% del valor de un auto es el metal, las materias primas. El resto es conocimiento, el resto es ingeniería y, cada vez más, inteligencia artificial. En este nuevo contexto histórico, aparece el imperialismo chino.
El nuevo imperialismo chino
Hoy en el Perú la fuerte presencia china es obvia. Ha penetrado de forma silenciosa durante un buen tiempo. El c, Roque Benavides se refiere a ella como _la niebla china”. Ahora, sin embargo, es evidente. Por mi experiencia profesional en África, he visto con mis propios ojos el accionar del imperialismo chino. La versión del imperialismo chino en el Perú es tan solo una versión light (mejorada, al parecer) de lo que ha sucedido en otras partes del mundo. El imperialismo chino es distinto. Hoy por hoy, lo que hacen los chinos es que llegan a nuestros países con el objetivo de controlar la fuente primaria de algún recurso natural, pero tienen otros tiempos, otra manera de pensar. Llegan a Guinea o a Sierra Leona y le ofrecen al gobierno de turno construir una carretera de 200 kilómetros gratis (una donación) y, por supuesto, el gobierno acepta. Se la construyen con mano de obra importada de China (usualmente son ex presidarios o presidarios, cuyos familiares reciben el sueldo del presidiario expatriado, en moneda dura, en China). Los expatriados reciben poco más que comida y alojamiento en el país donde están trabajando. Hacen la carretera, una carretera que podría haber costado 200 millones de dólares la hacen, por decir, en 100 millones. El presidente del país africano está feliz. Acto seguido, el país que cuenta con grandes reservas de bauxita, cobre, hierro, litio o algún otro valioso recurso mineral, recibe una solicitud china para la explotación de esas reservas. Entonces, el presidente dice “cómo no, encantado” y con una visión optimista piensa: “van a venir los chinos, van a explotar las reservas de bauxita que nosotros no podíamos explotar, generarán mucho trabajo, pagarán impuestos y, algún día, tendremos incluso una planta de aluminio”.
Sin embargo, 5 o 10 años después, el gobierno se da con la sorpresa que aún no tocan la bauxita. No la explotan. ¿Por qué? Porque lo que quieren es tomar el control físico de los recursos naturales para cuando ellos, sus industrias, sus empresas, los necesiten. Sus tiempos son otros. Es una lógica distinta, es una nueva forma de imperialismo. Eso ha pasado con el litio, por ejemplo. Buena parte del litio del mundo ya está controlado por los chinos. También con tierras agrícolas. En Zimbabue, los chinos han adquirido grandes extensiones de tierra. Les aseguro que solo cuando les falte arroz en China, irán a cultivar esos campos. Es decir, la percepción del tiempo es distinta y allí está la Gran Muralla china como prueba de ello. No están pensando en los siguientes 10 años, están pensando los siguientes 50 ó 100 años. El comunismo de Mao en China sólo duro poco más de 30 años. La China moderna es producto de una continuidad de más de 2.000 años que, salvo un abortado ejercicio en el siglo XV, sale en el siglo XXI por primera vez al mundo. Es mucho lo que hay que entender ante este nuevo imperialismo. Como bien sostiene, el c. Presidente Alan García en Confucio y la globalización. Comprender China y crecer con ella, el “modo de ser chino” condiciona el imperialismo chino: no podemos entender China desde Occidente; debemos buscar entender China desde China y ese es un ejercicio aun pendiente en el PAP y en el Perú.[3]
Ante esta nueva realidad ¿qué propone el APRA? Para empezar, yo propongo actualizar la vieja sentencia para pasar a una nueva versión de la misma: “Ni con Washington, ni con Moscú, ni con Beijing”.
Más allá del discurso, a la luz de lo que nos ha traído el siglo XXI ¿qué plantea el APRA para el Perú y para América Latina? ¿Plantea acaso aislarse y no permitir la entrada de capitales estadounidenses, rusos o chinos? No. No compañeros, de ninguna manera. Volvamos al genial pensamiento de Haya de la Torre.
Una vez más: la ambivalencia del imperialismo
Haya planteó una idea que como el propio imperialismo se mantiene plenamente vigente: la ambivalencia del imperialismo. En los términos más sencillos: el imperialismo tiene un lado bueno, que es la inversión extranjera que llega al país, transforma, da empleo y crea bienestar; y un lado malo, representado por amenazas a la soberanía, el no respeto por nuestra legislación tributaria, laboral o ambiental o la influencia indebida en nuestras autoridades (incluida la posible corrupción de éstas).
Que quede meridianamente claro: nosotros los apristas creemos en la inversión privada como el más importante motor para el crecimiento de nuestra economía. Estamos totalmente a favor de la inversión privada, extranjera y nacional. Cuanto más, mejor. Y como dijera Deng Xiaoping: “no importa qué color es el gato, lo que importa es que cace ratones”.
Si la inversión es china, venga. Si la inversión es americana, venga. Si la inversión es de Indonesia, de la India o de Turquía, venga. El origen no importa; lo que importa es que tengamos un Estado y un gobierno anti-imperialista, capaces de generar un marco legal que permita mitigar el “lado malo” del imperialismo y la capacidad de negociar acuerdos que nos permitan maximizar el “lado bueno”. Nosotros los apristas tenemos oficio para gobernar, estamos preparados para ello y ya lo hemos demostrado. No podemos tener un gobierno de los calichines del Club Once Amigos de Huasta (con el respeto que se merecen mis hermanos comuneros de la CC de Huasta) para negociar con el primer equipo del Real Madrid.
El tema, insisto, es el Estado. El Estado tiene que ser un Estado anti-imperialista, que sepa negociar condiciones favorables al trabajo, al entorno, al medio ambiente. Ese es el Estado aprista que nosotros queremos reconstruir y preserva: el APRA puede porque el APRA sabe.
Toda la inversión extranjera y toda la inversión privada nacional es bien recibida. Ahora está de moda criticar a los chinos. Y es bien fácil criticarlos y yo les aseguro que va a venir una campaña anti-China por las situaciones que algunos malos empresarios chinos, generalmente de empresas estatales, han generado, por ejemplo, durante el gobierno de Vizcarra. Se critica mucho el control que tienen en el sector de energía. En minería también tienen grandes inversiones. La presencia de la flota pesquera china en el mar peruano ha sido y es un problema: los pescadores artesanales de pota en el norte así lo han señalado reiteradamente. Los empresarios textiles del emporio de Gamarra han denunciado en varias oportunidades posibles prácticas de dumping (aunque la industria textil china ya ha sido desplazada por la de otros países asiáticos). En el sector portuario, específicamente, tenemos la presencia china en el mega puerto de Chancay.
Acción contra todo imperialismo
2
LA UNIDAD POLÍTICA DE AMÉRICA LATINA
Conversaba hace algún tiempo con un amigo estadounidense y me hablaba de América con una cierta nostalgia por la Doctrina Monroe: “América para los americanos”. Estamos lejos de aquello, pero también nos hemos alejado incluso de la versión aggiornada de este postulado: la integración de América Latina. La realidad geopolítica y geoeconómica de América Central es distinta a la de América del Sur. México es, quizás, lo suficientemente grande como para que no abandonemos la idea de una integración económica con ellos. De hecho, la Alianza del Pacífico, promovida por el c. Presidente Alan García, es una iniciativa claramente inspirada en el anhelo de Haya y la realidad del siglo XXI: la integración económica y la acción conjunta de México, Colombia, Perú y Chile en el comercio entre América y el Asia-Pacífico. La Alianza del Pacífico es, sin lugar a duda, una formulación aggiornada del segundo punto de nuestro Programa Máximo.
La integración prioritaria
Más allá de la Alianza del Pacífico, la integración con el Brasil es también prioritaria. Brasil, como suelen decir ellos, “não é um país, é um continente” (“no es un país, es un continente”). Sin embargo, en el escenario geoeconómico y geopolítico que se viene configurando en este siglo, Brasil es un socio fundamental para la Alianza del Pacífico. Las tres carreteras interoceánicas, desemobocando en Paita/Bayovar, en Callao/Chancay e Ilo/Marcona y confluyendo, todas, mediante cabotaje en Chancay y, eventualmente, una red ferroviaria complementaria, constituyen la infraestructura para la integración económica del Brasil a la Alianza del Pacífico. Tan solo los estados de Acre, Amazonas y Rondonia tienen conjuntamente la quinta parte de la población del Perú y el 20% de nuestro PBI. Assis, en Acre, está a 1.100 kilómetros del Pacífico (Ilo) y a 4.206 kilómetros del Atlántico (Rio de Janeiro). Lo lógico es que la importante producción de esos tres estados salga por el Perú a los grandes mercados del Asia-Pacífico. Ese es el tipo de integración que tenemos que buscar. Integrado Brasil, seguirán Bolivia, Paraguay y, en el largo plazo, hasta Argentina y Uruguay. Imagino, asimismo, tráfico de cabotaje proveniente de Buenaventura (Colombia), Guayaquil (Ecuador) y Valparaiso (Chile).
La relación bilateral con EEUU en el siglo XXI
Es necesario, además, considerar que Haya veía en la unidad política de América Latina la creación de un balance de poder económico y político con los Estados Unidos. Pienso que nuestras relaciones bilaterales con Estados Unidos han perdido la importancia que tuvieron en el siglo pasado. Pregunto: en los últimos 30 años, ¿cuál ha sido el eje de la relación bilateral del Perú con los Estados Unidos? Respuesta: la política contra el cultivo de coca.
Lo único que le interesaba a Estados Unidos en la relación con el Perú, en última instancia, era acabar con los cultivos de coca y la exportación de cocaína. Sin embargo, mientras aquí casi todos los meses vemos por televisión que se descubre un contenedor, un burrier o una nueva e ingeniosa forma de exportar cocaína, por lo menos yo, jamás he visto en CNN un reportaje en el que se haya descubierto un contenedor de cocaína entrando a los Estados Unidos: allá nunca agarran a nadie; siempre los agarran acá. No voy a especular sobre esto.
Mientras tanto, en este siglo, ¿qué ha pasado en el mercado de las drogas ilegales? Han aparecido las drogas sintéticas. En mi opinión, la cocaína está destinada a ser desplazada del mercado. Esta pasando a ser un producto obsoleto. Cada vez más el clorhidrato de cocaína es un producto tan solo dirigido a las élites: es el caviar de las drogas. El nuevo producto para el mercado masivo es el fentanilo.
Esta droga sintética estaba siendo fabricada en Europa del Este y ahora también en México. Fuentes de Estados Unidos argumentan que los reactivos que ahora usan los carteles mexicanos para producir fentanilo son proveídos por mafias chinas. La duración del efecto del fentalino es superior al de la cocaína o la heroína. El precio es inferior. La logística es más conveniente pues se márgenes de ganancia similares o superiores con menos volúmenes. Incluso, se viene usando para “cortar” (adulterar) cocaína y heroína. De aquí que me atreva a pronosticar que el eje central de la relación bilateral del Perú (y otros países latinoamericanos) con los EEUU se desvanecerá más temprano que tarde.
En términos comerciales, nuestra relación con los EEUU también se ha desvanecido. Hace años que China es nuestro más importante socio comercial y el más importante inversionista en el Perú. En el 2021, el Perú, por ejemplo, importó el 28.55% del total de sus importaciones de China y tan solo el 18.68% de EEUU; y exportó el 31.98% del total de sus exportaciones a China y tan solo el 12.79% a EEUU (es más, si sumamos al total exportado a China, las ventas a Japón y Corea, el total sería de 41.9%). El panorama respecto al origen de la inversión extranjera directa en la región es bastante similar. En otros países de la región sucede lo mismo.
Recientemente, EEUU ha lanzado una iniciativa para coopera con varios países en la exploración y explotación de ¨minerales críticos”. El Perú ha suscrito un Memorando de Entendimiento para impulsar inversiones y diversificar cadenas de suministros. Léase, finalmente EEUU se ha dado cuenta que China les lleva años de ventaja en asegurarse el suministro de minerales como cobre, litio y tierras raras y ha lanzado un, en mi opinión bastante tardío intento por reparar su miopía histórica.
En síntesis, considero que no existirán condiciones para la unidad política de América Latina mientras no exista una integración económica de una masa crítica mínima de países como lo es el grupo de la Alianza del Pacífico más Brasil. El sueño de la unidad política latinoamericana es irrenunciable para nosotros los apristas, pero tenemos que reformular el Programa Máximo para adecuarlo, por lo menos, a la realidad de la primera mitad del siglo XXI. Mi propuesta para el aggiornamento del segundo punto del Programa Máximo es:
La unidad política progresiva de América Latina a partir
de integración económica de la Alianza del Pacífico
3
LA NACIONALIZACIÓN DE TIERRAS E INDUSTRIAS
El siguiente punto es la nacionalización (progresiva) de tierras e industrias. Líneas atrás, argumentaba que hoy la mayor creación de valor no está en la industria. Preciso que no digo que no tengamos industria; solo pretendo dejar en claro que la creación de valor en una economía del conocimiento se genera, fundamentalmente, a partir de la investigación y desarrollo. Crear clusters para participar de esta nueva economía requiere de inversión en educación, inclusión financiera (democratización del acceso al crédito) y la construcción de ecosistemas de emprendimiento.
No podemos pensar en nacionalizar tierras e industrias mientras el desarrollo de la inteligencia artificial ya empieza a revolucionar la producción agrícola e industrial. Sin acceso a la IA, poco o nada podremos hacer para competir con éxito con la producción agraria e industrial que la incorpore. Este punto requiere un análisis profundo pues su aggiornamento es fundamental para asegurar el crecimiento de nuestras economías y llevar adelante la revolución social que no s permita reencontrarnos con el movimiento popular.
El capital, ya hemos elaborado sobre esto, puede ser peruano o extranjero. Nos es indiferente mientras la inversión se realice en el marco de un Estado Antiimperialista. Necesitamos la inversión privada pues es el motor del crecimiento económico y la que genera empleo. El Estado no ha de tener como fin la generación de empleo. Parafraseando al Presidente Belaunde, lo que los peruanos queremos es “un gobierno que trabaje y deje trabajar”.
El rol del Estado en el Perú del siglo XXI
Queremos un Estado democrático, meritocrático y popular. El rol del Estado es fundamentalmente el de proveer de un marco legal que brinde predictibilidad para así promover la inversión privada y el crecimiento económico para concentrarse en proveer salud y educación de calidad, seguridad ciudadana eficaz, y la defensa nacional ante amenazas internas y externas.
Un Estado democrático ha de asegurar, además, que los actores económicos actúen dentro de un marco en donde: (i) prime la competencia sobre cualquier asimetría de poder económico; (ii) la información a los consumidores sea oportuna y lo más completa posible; (iii) se eliminen las barreras burocráticas a la entrada y salida del mercado.
La meritocracia es un eje fundamental en la construcción de un Estado Antimperialista. Es interesante ver cómo el análisis del c. Presidente Alan García en su libro Confucio y la globalización. Comprender China y crecer con ella, señala como uno de los pilares fundamentales subyacentes en la construcción de la China moderna, la introducción de la meritocracia en el Estado hace alrededor de 2.000 años. Fue a través de un sistema de exámenes progresivos que rendían los mejores candidatos a servidores públicos de cada pueblo: de acuerdo a su avance en los mismos, eran designados a posiciones en los distintos niveles del Estado y solo los 100 mejores pasaban a servir a órdenes directas del Emperador. El comunismo en China solo duró menos de 40 años; la meritocracia estatal lleva más de 2000. Durante el segundo gobierno de AGP, se instituyeron en el Perú criterios meritocráticos, mediante exámenes, en los sectores educación y salud. El ministro Jose A. Chang y yo fuimos, respectivamente, los responsables de ello. En el 2008, se creó SERVIR[4], con el propósito de extender la meritocracia a todo el aparato del Estado. Lamentablemente, ésta fue desmontada por los regímenes populacheros luego del 2011. Introducir la meritocracia en todo el aparato del Estado ha de ser una prioridad en un tercer gobierno aprista. El Estado peruano cuenta con alrededor de 1.400.000 servidores públicos, pero tan solo aproximadamente 1.000 pertenecen a SERVIR. Cada año se incorporan al Estado 30.000 empleados (producto en parte de jubilaciones): si solo asegurásemos que esos nuevos empleados sean reclutados por medio de SERVIR, podríamos iniciar la progresiva revolución meritocrática indispensable para un crecimiento sostenido y una gestión eficiente.
El Estado ante el Club de los Oligopolios
De aquí que la primera tarea de un gobierno aprista en el campo de la economía es la lucha contra toda forma de oligopolio y monopolio. El Perú es el país del “Club de los oligopolios”. Hay un oligopolio en las farmacias, hay un oligopolio en los medios de comunicación, hay un oligopolio en los seguros, hay un oligopolio en el cemento, hay un oligopolio en los seguros y en muchos otros sectores, pero el peor es el oligopolio en el sistema financiero: mientras subsista el ecosistema financiero, tal como hoy existe, no habrá oportunidades para el verdadero desarrollo de la pequeña y microempresa.
El caso del oligopolio financiero
Para empezar, el grupo que controla el BCP tiene dos licencias de banco. Tiene alrededor de 34% de todos los depósitos y colocaciones del país (sumando el BCP y MiBanco). Esto es ilegal prácticamente en cualquier parte del mundo. En Chile, por ejemplo, ningún banco puede tener más del 20% de los depósitos y colocaciones a menos que cuente con un permiso expreso del regulador; y, en ningún caso, ese porcentaje puede exceder el 30%: si algún banco lo excede, está obligado a vender el excedente sobre ese límite (y, de hecho, ello ya ha sucedido). La razón es simple: no solo es que es demasiado poder sobre el mercado, sino que un nivel tan alto de concentración resulta muy peligroso en el caso de una crisis financiera, pues una caída de un banco de ese tamaño acarrearía el colapso de todo el sistema financiero. Un colega y ex Superintendente de Banca y Seguros, estima que la situación es aún más grave pues más del 70% de las transacciones del sistema financiero peruano pasan por BCP-MiBanco.
Las cajas municipales son las que generan los nuevos sujetos de crédito y, por tanto, los nuevos contribuyentes. Pero una vez que después de un gran trabajo generan nuevos sujetos de crédito, vienen los grandes bancos y se hacen de la cartera. Ofrecen a esos nuevos sujetos de crédito una tasa más baja y los endeudan hasta que después de 5 años ya no pueden pagar y durante los siguientes 5 años salen del sistema financiero.
Un ejemplo no tan evidente del abuso de posición de dominio se da en torno al desarrollo de las fintech (billeteras y banca digitales) en nuestro país. Si ustedes se fijan en las estadísticas que publica la SBS notarán cómo los bancos están reduciendo el número de sus agencias. Yo creo que este es un caso de lo que en tecnología se llama obsolescencia planificada. Me explico: Apple muy probablemente ya tiene el iPhone16 listo para ser lanzado al mercado, pero no lo va a hacer hasta que no termine de rentabilizar, de sacarle el jugo, al IPhone14 y al IPhone15, pues seguramente ha realizado una importante inversión en investigación y desarrollo en estas dos últimas versiones y debe recuperarla antes de lanzar el IPhone 16. De lo contrario, si lanza el IPhone16 nadie comprará las versiones anteriores no solo por ser inferiores en performance, sino que, seguramente, tienen un precio de venta muy cercano o superior al de la ultima versión. Solo en el momento en que Apple haya recuperado toda la inversión realizada en las versiones 14 y 15, lanzará -recién- la 16. Eso se llama obsolescencia planificada.
¿Saben lo que está pasando en el Perú? Como estos bancos tienen que cargar con la mochila de las agencias, del activo fijo, cuya inversión tienen que recuperar, están retrasando la entrada de las fintechs, de la competencia. Esto acarrea un grave perjuicio para las MYPES. En Kenia, por ejemplo, hace dos años, en plena pandemia, se transaron por teléfono, a través de una billetera electrónica, 46.000 millones de dólares, que es más de la mitad del PBI de Kenia. Tenían 32 millones de suscriptores, 23 millones de ellos activos y mantenían en un flotante de 5.000 millones de dólares. Lo más importante: otorgaron en promedio 80.000 nano créditos diarios.
El caso de los monopolios en la distribución de energía
Veamos otro ejemplo del efecto del poder monopólico. Cuando un usuario tiene en el Perú un teléfono celular pre-pago va a un agente y lo recarga. En varios países de África, hasta la electricidad es así. Hay competencia entre varias empresas distribuidoras de energía. Acá, en Lima, tenemos una opereta protagonizada Luz del Sur y Enel. Sí, son dos empresas, pero en realidad no compiten entre sí: son dos monopolios, cada una tiene exclusividad sobre su territorio. ¿Estamos de acuerdo? O sea, si yo estoy en Surco, no puedo contratar con Enel. En algunos países africanos existe verdadera competencia: los usuarios compran la energía con la tarjeta prepago que les ofrezca las mejores condiciones ese mes y la insertan en el medidor de su casa. Así, un jefe o jefa de familia puede decir: miren, acá están los 100 soles de energía para todo el mes; no desperdicien electricidad porque cuando se acabe, ahí quedamos. Los presupuestos de los hogares se manejan con mayor eficiencia y las tarifas son más razonables producto de la competencia.
Hoy por hoy, creo que la participación directa del Estado en la actividad no es una buena idea y mucho menos una solución. Cierto hay excepciones importantes como pueden ser los casos de Empresas Públicas de Medellín o Codelco, pero son la excepción a la regla. El caso de Petroperú es patético. Sin embargo, yo también haría excepciones en el Perú: creo, por ejemplo, que Sedapal puede seguir siendo empresa estatal, pero para la ampliación de la cobertura tiene que ineludiblemente recurrir a la inversión privada. La modalidad de “compra de agua en bloque” es quizás la mejor manera de alcanzar el 100% de cobertura en Lima y Callao en 5 años. Me remito a la política durante mi gestión como Ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento: “No a la privatización de Sedapal, pero bienvenida la inversión privada”. Así se planearon y lanzaron en el periodo 2006-2011, las PTARs de Taboada y La Chira; la Planta de Tratamiento de Huachipa; y la desaladora de Santa María. A la vez, la gestión desde el MVCS permitió que el Programa Agua para Todos ampliara la cobertura de agua y desagüe o mejorara el servicio a alrededor de 6 millones de peruanos.
El oligopolio de las farmacias
Veamos el caso de las farmacias. Nos quejamos de la estructura oligopólica de las farmacias pues, al final, un solo grupo controla el 93% de la venta y el 82% de los establecimientos (según análisis que realicé pre-pandemia). Hay 11.000 farmacias en el Perú. El Estado, tiene 8.500 farmacias en sus hospitales y establecimientos de salud. Cuando yo era ministro, me puse de acuerdo con el c. Fernando Barrios, quien era Presidente de Essalud, y con la Sanidad de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiales y decidimos hacer una “compra corporativa” (léase, comprar todos juntos). Compramos millones de soles de medicamentos mediante subasta electrónica inversa (online, el que ofrece menos gana). Con tan solo el poder de compra que tiene el Estado puede bajar sustancialmente los precios de los medicamentos, ofreciendo, a la vez, genéricos de calidad.
Sin embargo, el siguiente problema para que esos medicamentos más baratos lleguen efectivamente a quienes los necesitan es la distribución eficiente de los mismos. Si se -porque yo tengo esa convicción- que el Estado no es capaz de repartir los medicamentos eficientemente, lo que tengo que hacer es contratar el servicio de distribución con un privado, tercerizarlo, que es lo que viene haciendo exitosamente Essalud en este momento. En esta misma línea, las asociaciones público-privadas para proveer servicios de salud, iniciativa del gobierno del c. Presidente Alan García, plasmada en dos hospitales emblemáticos en Lima-Callao, el Kaelín en Villa María del Triunfo y el Barton en el Callao, son un claro ejemplo de éxito para beneficio de los usuarios: ustedes entran ahí y pareciera están en un hospital en Houston.
Claramente existe un oligopolio en el sector farmacias. Claramente hay abuso de posición de dominio y una serie de otros problemas. El problema no es el oligopolio, el problema es qué hace el Estado respecto al oligopolio. Para explicarlo recurramos a una analogía: si nosotros sabemos que el lobo come ovejas y dejamos a las ovejas bajo la protección del pastor y llega el lobo y se como una oveja; el problema no es el lobo, el problema es el pastor. La lógica del empresario privado es maximizar ganancias y si no hay un Estado al servicio de los intereses populares, que pueda controlar el natural apetito depredador y regular los abusos de posición de dominio, de los monopolios, los oligopolios y los monopsonios, tenemos entonces los problemas que hoy enfrentamos bajo el reinado del Club de los Oligopolios.
El gran problema del sector de salud en el Perú es la gestión. Los médicos, en general, no saben gestionar. Es como que usted compañero, que no es médico sono ingeniero o artista, se ponga a operar pacientes. Usted, de paciente, ¿se dejaría que un administrador de empresas lo opere de una apendicitis? ¡Ni hablar! Pero nadie hace la analogía al revés: cuando el médico se pone a gestionar un establecimiento de salud también es un problema. Hay médicos que lo pueden hacer, seguramente, no lo dudo, pero podría ser una enfermera con una maestría de administración quien quizá haga mejor el trabajo de gestionar un establecimiento de salud. De hecho, durante mi gestión como Ministro de Salud, nombré por primera vez en la historia a una enfermera (con MBA) como directora de un establecimiento de salud.
La competencia es la mejor herramienta para defendernos de los abusos de los oligopolios y los monopolios, pero es necesario tener los pantalones para enfrentarlos y promover la entrada de nuevos actores con nuevas tecnologías en esos mercados imperfectos. Instituciones como el MEF, el BCR, la SBN, la SMV, el Indecopi y los organismos reguladores en general, tienen que ser funcionales a los principios de la defensa de la competencia como mecanismo fundamental para la democratización de la economía.
Salvo el crecimiento todo es ilusión[5]
En el segundo gobierno del c. Presidente Alan García, fuimos capaces de reducir la pobreza monetaria de 44.5 a 27.8%. Eso fue posible porque crecimos al 6.8% anual en promedio (8% si excluimos el sorprendente 1% de la Crisis Asiática del 2009). La pobreza extrema se redujo de 16.1% a 6.35%. Estas cifras constituyen una verdadera revolución y reflejan la propuesta de gestión de gobierno que aquí intento formular. El segundo gobierno aprista es, sin duda alguna, el mejor gobierno de nuestra historia republicana. Y si vamos a hablar de derechas o de izquierdas, ni siquiera las revoluciones rusa o cubana fueron capaces de logros similares en 5 años. A la luz de los resultados y no de los discursos ni post verdades mediáticas, el segundo gobierno aprista ha sido el mejor gobierno de izquierda en la historia de América Latina. Claramente un gobierno de Pan con Libertad.
Sin embargo, sepan ustedes que el c. Presidente nos preguntaba a sus ministros: “¿Por qué la pobreza extrema es tan resistente? ¿Por qué no podemos bajar la pobreza extrema más rápido?” El mercado venía resolviendo el problema de la pobreza: la mayor inversión privada y pública se tradujo en un alto crecimiento económico que, a su vez, se tradujo en empleo y éste último en bienestar para todos aquellos incluidos en el mercado. El problema era que el mercado no resolvía la pobreza extrema. A mi me tomó tiempo comprender la razón subyacente, pero hoy lo tengo claro: el problema es la dispersión de la población. He aquí es el diagnostico: el Perú tiene 96.000 centros poblados, pero 85.000 de ellos tienen menos de 150 habitantes.
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El sector normal de la economía y el nuevo Frente Único de Trabajadores, Emprendedores e Intelectuales
Propongo que los apristas desterremos de nuestro vocabulario y doctrina el concepto sector informal para referirnos a más de 9 millones de peruanos que luchan diariamente por generarse un ingreso con dignidad y honestidad. El término informal tiene una connotación peyorativa y es hasta clasista. Propongo que, alternativamente, usemos el concepto de sector normal. Así, digamos que nuestra economía tiene dos sectores: el formal y el normal. Nuestra propuesta y nuestro trabajo es la creación de un marco legal que permita la formalización progresiva del sector normal de la economía.
Aquí cabe agregar algo más: el Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales puede hoy redefinirse como el Frente Único de Trabajadores, Emprendedores e Intelectuales de los sectores formal y normal de la economía, pues nosotros aspiramos también a ser la voz de esos 9 millones de peruanos que laboran en la economía normal. Diría que esto es claramente un postulado económico, social y político.
Los jóvenes, las industrias creativas y la economía naranja
Los jóvenes necesitan trabajo. Nos hemos referido a la investigación y desarrollo, a la innovación, como uno de los ingredientes indispensables para la inserción del Perú en la economía del conocimiento y en el comercio de bienes y servicios en el mercado global del siglo XXI, con énfasis en el Asia Pacífico. El Estado, bajo un gobierno aprista, ha de promover un ecosistema nacional para el emprendimiento. Las industrias creativas, la llamada “economía naranja”, tienen un gran potencial en nuestro país. Durante siglos la creatividad peruana ha dado al mundo desde productos como la papa, el tomate o, más recientemente, la quinua hasta comics, cine animado o vídeo juegos. La internacionalización de nuestra economía o el crecimiento del Perú como destino turístico (aun incipiente en mi opinión) ilustran lo que podemos hacer en este siglo. En lo personal, he logrado licenciar mis patentes y vender productos inventados en el Perú en el mundo entero; mis libros para niños han sido traducidos a 6 idiomas y al lenguaje braile; y mi más reciente película animada se ha estrenado en español, catalán, ingles y ruso. Yo se lo que se puede hacer en el Perú, con calidad de clase mundial, y se lo que esto puede significar para miles de jóvenes: en mi más reciente producción cinematográfica trabajaron algo más de 65 jóvenes, todos de menos de 35 años. Programas como Innóvate o PINIPA deben ser ampliados tanto en financiamiento como en cobertura. DAFO debe ser desideologizado fondeado adecuadamente. El APRA está llamada a liderar las propuestas en torno a la promoción de la “economía naranja”.
Los adultos mayores y la economía plateada
Los adultos mayores de 50 años también necesitan trabajo. Es deber del Estado brindar programas para la adquisición de nuevas competencias (deberían ser cofinanciados por las AFPs, para afiliados y no afiliados). La experiencia de esta población es un capital que el Perú no puede desperdiciar. El emprendimiento no es exclusivo de los jóvenes. La pirámide poblacional del Perú ha cambiado y la población adulta mayor irá creciendo. Las enfermedades crónicas, enfermedades mentales y patologías de naturaleza geriátrica deben incorporarse a las políticas de salud pública también. Este campo se conoce como “economía plateada” o “economía de la longevidad” y el APRA también debe liderar iniciativas en este ámbito.
Solidaridad intergeneracional: no al sobre-endeudamiento y si a la preservación del medio ambiente
Por último, el Estado aprista ha de ser un Estado que también proteja a los excluidos que hoy no pueden tener voz: los peruanos que aun no han nacido. Aquí, los peligros son dos: dejarles un país sobre endeudado y dejarles un medio ambiente irrecuperable. La propuesta aprista no puede permitir ni lo uno ni lo otro. Creemos en la responsabilidad fiscal y la preservación del medio ambiente como un compromiso intergeneracional que dará continuidad a nuestros siguientes 100 años de historia. Creemos en la promoción de la economía circular como una práctica cotidiana de productores y consumidores que busca la reutilización de todo recurso disponible como una manera de minimizar el impacto sobre el medio ambiente.. Cabe recordar aquí que el 27 de enero de 1921, Haya de la Torre fundó el Día de la Planta. Este hito histórico en la incorporación de la preservación del medio ambiente en la agenda política convierte al APRA en la única fuerza política con más de 100 años en la defensa de la naturaleza. Tengo el honor de haber recibido el Premio Nacional Ambiental en dos categorías distintas y, créanme, no se trata de hacer de la preservación del medio ambiente un modus vivendi (como es el caso de muchas ONGs caviares buscando fondos del extranjero) sino de dar el ejemplo como apristas en nuestro barrio, en nuestra comunidad, en la vida cotidiana.
Entonces no hablemos ya de nacionalización progresiva de tierras e industrias. El punto es la lucha contra toda forma de oligopolio, monopolio y abuso de posición dominante. Promover la competencia es la mejor manera de servir a los intereses populares. El espíritu es el mismo. El espíritu es de beneficiar a los consumidores, a los usuarios, a los ciudadanos: la vocación popular del Estado. Se trata de crear las condiciones para que millones de empresarios en el sector normal de la economía puedan consolidar sus negocios y contribuir al crecimiento económico a la generación de empleo. El Perú quiere un gobierno que trabaje y deje trabajar. La meritocracia en todas esferas del Estado es indispensable para el logro de todos estos objetivos. Solo así podremos tener el crecimiento económico que es absolutamente indispensable para vencer al verdadero enemigo que es la pobreza y, en particular, la pobreza extrema.
El Estado ha de concentrarse en lo que el sector privado no puede hacer y en no dejar que el sector privado haga todo lo que quisiera hacer. El Estado debe darnos a todos los peruanos educación y salud de calidad; seguridad interna y externa; y protección contra eventuales abusos de posición de domino, monopolios, oligopolios y monopsonios (siempre teniendo la promoción de la mayor competencia posible como regla fundamental antes que cualquier febril acto de intervencionismo estatal como respuesta). Si, por ejemplo, se hubiese invertido tan solo la cuarta parte de lo de los 6.000 millones de dólares invertidos en la refinería de Talara, estoy seguro ya hubiésemos resuelto el problema de inseguridad ciudadana que hoy nos martiriza en el día a día a todos los peruanos y, en particular, a los más pobres. Si con plata baila el mono, con policía con plata no baila el choro.
El tercer punto de nuestro Programa Máximo podría resumirse, aggiornadamente, en:
Un nuevo Estado democrático, meritocrático y popular de Pan con Libertad al servicio del Frente Único de Trabajadores, Emprendedores e Intelectuales.
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INTERNACIONALIZACIÓN DEL CANAL DE PANAMÁ
¿Qué tenía Haya en mente cuando hablaba de la internacionalización del Canal de Panamá? El mundo en ese momento, en el siglo XX, tenía como eje del comercio internacional el Océano Atlántico y los grandes mercados eran Europa y Estados Unidos, la costa este de Estados Unidos, en particular. Europa era un pujante continente, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, que absorbía inmensas cantidades de materias primas, lo que producía el Perú. Pasamos del guano y el salitre en el siglo XIX al caucho, el cobre, el zinc, la plata, el algodón en la primera parte del siglo XX para luego crecer en hierro, oro y otros minerales.
Entonces ¿por qué era importante el canal de Panamá y su internacionalización o interamericanización? Porque para poder pasar al Atlántico, para poder acceder al gran mercado del mundo era ineludible atravesar el Canal de Panamá (la ruta del estrecho de Magallanes no era solo más larga sino tremendamente peligrosa). ¿Qué ha pasado en el siglo XXI? Todo el eje del comercio global, de la economía del mundo, ha migrado al Pacífico. Antes quien dominaba el Atlántico, dominaba el mundo; y el canal de Panamá era nuestra entrada al mundo. Hoy el canal de Panamá está cada día peor y ya no pueden pasar los nuevos mega barcos porque ha disminuido la cantidad de agua. La nave estándar para el comercio internacional ya no es un barco de 30.000 toneladas, hoy hay barcos de 150.000, 200.000 toneladas que no pasan por el canal, se llaman “Super Post Panamax”.
Entonces si el eje se ha movido al Pacífico ¿cuál es la versión moderna de la interamericanización del canal de Panamá? Es buscar maximizar el acceso al Pacífico; es concentrarnos en APEC. Lo que el APRA debe buscar promover es la expansión geoeconómica y geopolítica del Perú en el Pacífico. El puerto de Chancay es crucial para eso. Permítaseme poner esto de una manera más sencilla: cuando yo era chico en el colegio nos enseñaban: “el Perú limita al norte con Ecuador y Colombia; al sur con Chile; al este con Brasil y Bolivia; y al oeste con Océano Pacífico. ¿Saben qué deberíamos enseñarles hoy a nuestros niños? Eso: “el Perú limita al norte con Ecuador y Colombia; al sur con Chile; al este con Brasil y Bolivia; y al oeste con Indonesia, Vietnam, Tailandia, Malasia, India, China, Japón, Corea, Australia, Nueva Zelandia, entre otros países”. Esa es la visión aprista y la versión aggiornada del tercer punto del Programa Máximo.
El mar, el Océano Pacífico, ha estado vinculado a la historia del Perú mucho antes de los incas. Luego vendría Túpac Yupanqui quien logró la gran hazaña de ir con 200 bases y llegar a Mangareva y las Islas Marquesas. Años más tarde, una expedición liderada por una mujer, doña Isabel Barreto partiría del Perú para incorporar a las Filipinas al reino de España. El Pacífico era parte de nuestro dominio, el mar siempre fue nuestro. La costa peruana, situada en la parte central y occidental de América del Sur, contiene el punto perfecto para ser la entrada y salida del intercambio comercial entre esta región y el Asia-Pacífico,
Entonces ya no es tan relevante la interamericanización del canal del Panamá. Lo estratégico es el dominio sobre el Océano Pacífico al sur de la línea Ecuatorial (ye incluir el trafico de Buenaventura en Colombia dentro de el espectro de nuestro dominio). Tenemos que recuperar el Pacífico como espacio geopolítico y geoeconómico peruano. Esa es la versión aprista de la interamericanización del canal del Panamá en el siglo XXI. Por eso, insisto, el mega puerto de Chancay es clave. Una vez más, en términos sencillos: Chancay representa en el siglo XXI lo que el acceso al Canal de Panamá representó para el Perú en el siglo XX.
Resumiendo, el cuarto punto de nuestro Programa Máximo podría ser reformulado para decir:
El Perú puerta de entrada y salida del comercio
entre América del Sur y Asia-Pacífico.
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SOLIDARIDAD CON TODOS LOS PUEBLOS Y CLASES OPRIMIDAS DEL MUNDO
Finalmente, tenemos el punto de la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. Esto ha de ser parte de una política exterior moderna con un vector económico y comercial en su eje. La solidaridad también puede ser, además de política, solidaridad económica y puede tener beneficios de ida y vuelta. Por ejemplo, yo creo que África es un continente que tiene muchos problemas, pero que también encierra múltiples oportunidades comerciales y como destino de inversión para nuestras empresas.
Cuando el mundial de Qatar, si el Perú se hubiera clasificado, una de las cosas que yo le propuse al gobierno de Qatar, meses antes, fue que Qatar Airways hiciese una ruta Lima-Freetown-Doha. Fíjense: si ustedes van al extremo más oriental de América del Sur, que es en Brasil, a la salida del Amazonas, estarán a cinco horas de vuelo de Freetown, Sierra Leona. Sí, son solo cinco horas entre África y América del Sur (a Europa son doce horas de vuelo desde Lima). Es decir, un avión podría salir del Callao, hacer escala en Sierra Leona y de ahí ir a Qatar. Tenemos muchísimas oportunidades para invertir, para desarrollar mercados para nuestra industria, en África. De hecho, hay no solo productos peruanos como pescado congelado bien posicionados en mercados africanos sino, además, importantes inversiones peruanas en ese continente. Un país con aspiraciones de conquistar el mercado global requiere de empresas con una visión global y el Estado peruano puede y debe apoyar iniciativas privadas que materialicen el postulado aprista de solidaridad, con énfasis económico, con otras naciones en desarrollo. Por supuesto que las grandes oportunidades están en el Pacífico, pero este puede ser un objetivo solidario y, además, con retornos comercial y económicamente hablando.
En este ánimo de solidaridad con los pueblos y las clases oprimidas del mundo, yo creo que nosotros tenemos algún espacio adicional como para desarrollar esa vocación de solidaridad internacional. Solidaridad inteligente también. El Presidente Kuczynski, por ejemplo, cometió un craso error abriendo indiscriminadamente nuestras fronteras a los refugiados venezolanos sin distinción, sin pedir ningún documento que acreditase, al menos, inexistencia de antecedentes policiales o penales. Lo que hizo el sátrapa Maduro fue aprovechar para deshacerse de buena parte de sus delincuentes, porque así sea que ellos representen tan solo el 5% de los inmigrantes que llegaron al Perú, nos ha generado un serio problema de seguridad ciudadano.
Bienvenidos todos los hermanos venezolanos que quieran venir. Yo sería el menos indicado para estar en contra de el porque soy hijo de una inmigrante venezolana. Sin embargo, creo que el tema de las migraciones y refugiados empieza a ser un problema cada vez más importante en el mundo, y hemos de tener una posición clara respecto a eso.
El quinto punto podría re-escribirse para decir:
Solidaridad y cooperación comercial y económica con todos los pueblos del mundo en desarrollo.
CONCLUSIÓN
¿Qué es el APRA luego de sus primeros 100 años de historia?
Es un partido de izquierda democrática que tiene por Programa Máximo:
- Acción contra todo imperialismo
- La unidad política progresiva de América Latina a partir de integración económica de la Alianza del Pacífico.
- Un nuevo Estado democrático, meritocrático y popular de Pan con Libertad al servicio del Frente Único de Trabajadores, Emprendedores e Intelectuales.
- El Perú como puerta de entrada y salida del comercio entre América del Sur y Asia-Pacífico.
- Solidaridad y cooperación comercial y económica con todos los pueblos del mundo en desarrollo.
Referencias
[1] El Programa Máximo formó parte del artículo What is the Apra? Originalmente publicado en inglés por Víctor Raúl Haya de la Torre en la revista Labor Monthly, Londres (1926).
[2] García, Alan. El futuro diferente. Editorial DESA S.A., (1982).
[3] García, Alan, Confucio y la globalización. Comprender China y crecer con ella. Editorial Planeta (2024). Obra originalmente publicada en 2014.
[4] Ver en Anexo 1 copia de los DS que establecen la meritocracia en el SERUM y el financiamiento de SERVIR con la firma del c. Presidente Alan García Pérez y el suscrito.
[5] Sentencia atribuida al ex Ministro de Economía y Finanzas Dr. Waldo Mendoza, de formación eminentemente progresista con la que, finalmente, acepta que el crecimiento es requisito previo para cualquier esfuerzo redistributivo sostenible.